El Frente Patriota Federal es un partido político Nacionalista. Ahora bien, ¿qué es el Nacionalismo Argentino en el siglo XXI? Para una definición completa, compartimos un artículo doctrinario escrito por nuestro Conductor Alejandro Carlos Biondini (Kalki) que aborda el tema en profundidad.

SER NACIONALISTA

Hoy nos convoca el tema “Ser Nacionalista”, una cuestión trascendente no sólo en cuanto a nuestra identidad ideológica, sino en especial respecto a nuestro compromiso de vida. Porque no venimos a hablar del Nacionalismo en términos meramente abstractos o genéricos, sino del Nacionalismo como identidad existencial. Cuando decimos “Ser Nacionalista”, queremos referirnos al Pensar, al Sentir y al Vivir como Nacionalistas. Sabiendo, por supuesto, que la Vida es Lucha.

Lamentablemente, estamos inmersos en una época oscura, donde la decadencia, la corrupción, la ignorancia, el desánimo y la confusión parecen ser los signos dominantes. Pero no arribamos a estos tiempos nefastos por casualidad sino como fruto del planificado y permanente accionar de quienes pretenden sumir a nuestro pueblo en el colonialismo cultural, político y de todo orden, como condición indispensable para someter y desmembrar a nuestro país.

De allí que Ser Nacionalista en la Argentina de hoy equivale a Ser Disidente, a ejercer una heroica y a la vez peligrosa disidencia con el actual estado de cosas. Porque tanto nosotros, los Nacionalistas, como ellos, los enemigos internos y externos de la Patria, sabemos que el Nacionalismo es el único camino para sacar a nuestro país de la postración y de la dependencia.

Las tergiversaciones del sistema

Por eso, en los últimos años, y dada la evidente crisis de autoridad y representación que sufren las fuerzas y figuras de la politiquería local que responden a ideologismos ya perimidos, vemos como encumbrados voceros y personeros del sistema han pretendido tergiversar o mancillar de distintas maneras el significado de lo que es el nacionalismo.

Siendo el Nacionalismo un ideario que se funda en pilares básicos y vertebrales como su creencia en Dios y su fidelidad a la Patria, asistimos, por ejemplo, a la dialéctica absurda y descarada de personajes pertenecientes al marxismo que ahora se presentan como “nacionalistas revolucionarios” o incluso reconocidos maoístas que dicen sostener un “nacionalismo popular”. Y decimos que esa dialéctica es falaz, perversa y descarada porque quienes integran las filas del denominado materialismo científico son ateos, para ellos la religión es el opio de los pueblos, y además son internacionalistas, es decir, reniegan en realidad del concepto de Patria, más allá de sus públicas declaraciones. En otras palabras, los valores de Dios y Patria son antagónicos con su pensamiento, por lo que jamás podrían definirse como nacionalistas de ninguna índole.

Y por el otro lado, vemos que también muchos liberales, del liberalismo apátrida y capitalista, vienen haciendo abuso del término nacionalista para despojarlo de cualquier contenido trascendente, que tenga que ver con su verdadera esencia y naturaleza en cuanto a portador de un profundo cambio de estructuras en lo político, lo económico y lo social con sentido nacional, para dejarlo reducido a una suerte de patrioterismo hueco y barato que sólo se saca a relucir en determinadas efemérides o ante ciertos eventos deportivos.

Es en definitiva, la típica acción de pinzas de este sistema colonial, de un sistema, reiteramos, en crisis de autoridad y representación, que trata de despersonalizar, de vaciar de contenido o de llevar confusión y contradicción al único ideario que puede traerle problemas estratégicos o que puede afectar de raíz sus intereses, que es el Ideario Nacionalista.

Fundamentos del Nacionalismo

Por ello, y para que nadie se llame a engaño, es prioritario que definamos los valores y principios en los que se funda el Nacionalismo y sobre todo, qué es Ser Nacionalista Argentino.

Digamos, en primer lugar, que la palabra Patria viene del latín Pater, Padre; es decir, la Patria es la obra, el legado inmortal de nuestros Patres, de nuestros Padres, esto es, de los fundadores de la Patria. Es un legado espiritual, es un legado de sangre y es un legado de suelo. A los Padres de la Patria los Patriotas los honramos como nuestros próceres, como aquellos a quienes gracias a su lucha, su sacrificio y muchas veces hasta su martirio, permitieron que hoy tengamos una Nación llamada Argentina. Y precisamente la Nación no es otra cosa que la vigencia actual de la Patria, a través de la Comunidad de los Nacionales.

Para ser un Nacional no basta, según nuestro criterio, con haber nacido dentro de los límites territoriales de nuestro país o haberse nacionalizado, sino que los Nacionales son los Bien Nacidos, los auténticos Patriotas, es decir, los fieles al legado de los Padres. Por eso, lamentablemente, no todos los que tienen una ciudadanía formal argentina se comportan como Nacionales. En los hechos, pueden ser habitantes, hayan nacido o no acá, habitan sobre el suelo argentino pero no lo aman, ni lo defienden ni lo sienten. Son habitantes pero no son Ciudadanos, en el sentido trascendente del término. Porque un Ciudadano es alguien que realmente quiere a su país, de allí que Ser Ciudadano y Ser Nacional para nosotros debería ser sinónimo.

Y los Nacionalistas somos aquellos Ciudadanos, aquellos Nacionales que llevamos nuestro amor por la Patria al grado de mística, doctrina, compromiso, lucha y militancia. Los Nacionalistas somos la fuerza motriz y en determinados casos incluso la última línea de defensa, el último batallón de la Comunidad de los Nacionales, en otras palabras, de la Nación misma.

En quienes siguen las ideologías o ideologismos habituales del sistema, las preguntas o preocupaciones recurrentes suelen ser: ¿qué beneficios obtengo del poder? o ¿cuándo llegaré al poder? o ¿qué obtendré al llegar?…, en el verdadero Nacionalista la pregunta o preocupación diaria en cambio es: ¿qué hice ayer, qué estoy haciendo hoy y qué haré mañana por el bien de mi Patria?

Porque desde el fondo de nuestra historia, por el Nacionalismo pasa el meridiano de la lucha de la Patria contra la antipatria. El Nacionalismo es el antídoto ante las falacias imperialistas y globalizantes. El Nacionalismo es la auténtica doctrina libertaria para este siglo XXI, es el camino hacia nuestra libertad nacional e individual, es el camino hacia la revolución integral.

Nacionalismo es Patriotismo Militante

De allí que frente al planteo: ¿Qué es Ser Nacionalista?, respondemos:

Ser Nacionalista, tal como lo definiera alguna vez ese gran maestro de juventudes que fue el Dr. Alberto Ottalagano, es sostener “una concepción Argentina de lo Argentino y del mundo, en función de lo Argentino”, es decir, en función de las tradiciones, de los intereses y de los objetivos históricos de la Nación Argentina. Y cuando decimos sostener, queremos significar llevar esa concepción al grado de mística, lucha y compromiso. El Nacionalismo no es sólo Patriotismo, el Nacionalismo es Patriotismo Militante.

Ser Nacionalista es creer en Dios, es honrar a la Patria. Ser Nacionalista es amar y ser miembro del Pueblo. Ser Nacionalista es promover el Trabajo y repudiar la explotación y la usura. Ser Nacionalista es defender los pilares de la Familia y del Orden Natural. Ser Nacionalista es luchar por la Vida, contra el aborto, garantizando a cada argentino sus Derechos Humanos desde el mismo momento de su concepción hasta su deceso. Ser Nacionalista es cuidar y respetar la ancianidad, valorando el esfuerzo y la sabiduría de nuestros mayores. Ser Nacionalista es alentar el Estudio, el Deporte y las Costumbres Sanas en nuestra Juventud, combatiendo la ignorancia, las drogas o cualquier forma de degradación y sometimiento hacia las nuevas generaciones. Ser Nacionalista es practicar las virtudes de la humildad, del servicio, del sacrificio y del amor al prójimo. Ser Nacionalista es, fundamentalmente, cumplir todos los días con la obligación de dar el Ejemplo.

La línea San Martín, Rosas, Perón

El Nacionalismo Argentino es el portador de una heroica tradición nacional, lleva en sus venas el mandato de sangre de los fundadores y líderes de nuestra nacionalidad.

La Idea Nacionalista se forjó en el sable libertador del General San Martín y alcanzó en el siglo XIX su pináculo más alto, su concreción histórica, con la Confederación presidida por el Brigadier General Don Juan Manuel de Rosas, en donde Nacionalismo y Pueblo, Pueblo y Nacionalismo regían los destinos de la Patria. Y vino después la traición, el odio liberal y la intervención extranjera que persiguió al hombre de nuestra tierra. Costó muchas generaciones, generaciones enteras, que nuevamente Nacionalismo y Pueblo volvieran a ser una misma cosa. Contra toda resistencia surgieron los primeros revisionistas, por aquello de que “la Historia es la memoria de la Patria”, y el Nacionalismo como Idea fue ganando otra vez voluntades, pero no alcanzó a sintetizarse en una doctrina orgánica. De hecho existía una disociación entre el Nacionalismo sentimental y telúrico del Pueblo y el Nacionalismo de esos bien intencionados sectores, que no alcanzaron a plasmar sus ideas, hacerlas carne, en las grandes mayorías populares. Tampoco el primer gobierno de Hipólito Yrigoyen, surgido de los sectores medios e integrador de gran parte de las nuevas masas inmigratorias, pudo consolidar un ideario patriota y un proyecto nacionalista, y finalmente debió resignar su continuidad en manos del alvearismo proliberal y antipersonalista, sucumbiendo finalmente en su segundo mandato por su misma debilidad e inoperancia, las traiciones del propio partido y el accionar digitado desde las sombras por las fuerzas de la antigua oligarquía.

Al derrocamiento de Yrigoyen y al fracasado intento corporativista de Uriburu, le siguió una larga década infame, a la que puso fin la Revolución del 4 de junio de 1943. Pero es únicamente con la llegada al poder presidencial en 1946 del entonces Coronel Perón, cuando la Idea Nacionalista logra otra vez encarnarse y sintetizarse: Una Nación, un Pueblo, un Líder. A partir de allí, la Idea Nacionalista encuentra un nuevo cauce e inaugura un nuevo ciclo a través del ideario Nacional Justicialista, a través de basamentos doctrinarios y filosóficos que fueron vilmente traicionados y tergiversados por los actuales dirigentes del partido justicialista, que ya no representa en nada al legado de su propio fundador.

Y he aquí, entonces, el desafío histórico para el Nacionalismo Argentino de nuestros días: constituirse en el necesario heredero y continuador, en una nueva etapa del Movimiento Nacional, de la obra insigne y señera de San Martín, Rosas y Perón. Porque el pueblo Nacionalista es el mismo pueblo de las guerras de la Independencia Nacional, es el mismo pueblo de la divisa punzó que no se doblegó ante ningún poder extranjero, es el mismo pueblo del 17 de octubre y del 2 de abril.

Ser Nacionalista es ser un Argentino pleno, es ser un Argentino libre que lucha por la definitiva liberación de su Patria.

Raíces milenarias del Nacionalismo

El Nacionalismo es también el portaestandarte de una tradición occidental milenaria. Cada nacionalista Argentino debe ser consciente y estar a la altura de ese legado.

Nuestra Patria no surgió por generación espontánea, siendo su antecedente inmediato el Virreinato del Río de la Plata, una herencia que evoca un mandato de grandeza tantas veces despojado y traicionado, el mandato de una Argentina que aún sigue siendo un gigante dormido, pero al que debemos despertar. Una grandeza que nada tiene que ver con afanes expansionistas o colonialistas, sino, por el contrario, con la intrínseca grandeza de la Nación libertadora de medio continente.

Desde esa perspectiva, desde esa cosmovisión, el Nacionalismo hunde sus raíces en Grecia, cuna de las ciencias y de las artes, de la superación de la materia, de la exaltación del espíritu, de la armonía. “Todo en su medida y armoniosamente”, decía el General Perón. Bebe de quienes como Sócrates, Platón y Aristóteles hicieron de la moral y de la ética un culto.

El Nacionalismo crece en Roma y de allí toma la monumental concepción del Estado. Marcha con su legiones “de cara al cielo pero con los pies en la tierra”, llevando la tradición occidental al mundo.

Arriba a Iberia, y allí se funde con los celtas y con los moros. Pero es con la revelación de Cristo cuando el Nacionalismo encuentra su destino misional y su plasmación perfecta. Hecho Fe, hecho Raza, hecho Idioma, con la Cruz y con la Espada constituye una nación y llega a nuestra América. Y allí, la sangre del español y la sangre del indio dan lugar al nacimiento de nuestro gaucho federal, cuya tenaz simiente persiste y sobrevive a las masacres liberales que siguieron al derrocamiento de Rosas, para encarnar casi un siglo más tarde, junto a los hijos y nietos bien Argentinos de laboriosos inmigrantes europeos, al descamisado del 17 de Octubre de 1945.

El Nacionalismo también toma de Prusia, de Federico el Grande, el concepto vertebral de que “el gobernante debe ser el primer servidor del Estado”. Y concreta un corporativismo social, una doctrina del trabajo, que no es sino la versión autóctona, estrictamente tamizada de acuerdo a nuestra idiosincracia e identidad nacional, de la Carta del Lavoro de Benito Mussolini.

El Nacionalismo es, asimismo, la mejor traducción de la Doctrina Social de la Iglesia Católica. Equilibra el concepto del individuo con la sociedad, el concepto de interés particular con interés social. Y además el Nacionalismo es la síntesis armoniosa de lo nacional con lo universal. No dudamos en proclamarlo: ¡Qué extraordinario es ser Nacionalista!

Nuestro honor es la Lealtad

Algunos dicen que en nuestro país la sangre seca rápido, nosotros respondemos que la sangre de nuestros Héroes y de nuestros Mártires no se negocia y que ellos marchan espiritualmente en nuestras filas, alentándonos con su ejemplo en las horas difíciles, marcando a fuego el carácter y el rumbo de nuestra lucha.

Los Nacionalistas hacemos un culto de la Lealtad, porque la Lealtad es lo único que dignifica al hombre. Por eso el verdadero Nacionalismo es el que ha tomado la bandera de sangre de tantos miles y miles de camaradas que en nuestro territorio continental, en nuestras irredentas Islas Malvinas y en el mundo, entregaron sus vidas en el frente de batalla con una consigna grabada en su corazón: Nuestro Honor es la Lealtad.

Cada Nacionalista Argentino lleva el mandato de una Revolución inconclusa, lleva el mandato de una Nación rebelde y de un Pueblo Líder, de un Nuevo Orden, capaz de dar unidad de concepción y de acción al surgimiento victorioso de la Gran Argentina.

Donde hay una voluntad, hay un camino

Seguramente, no van a faltar los agoreros que nos digan y traten de convencernos que ese surgimiento, en medio de la oscuridad y mediocridad de estos tiempos, se torna imposible. Pero la misma historia de la humanidad nos demuestra que aquellas cosas u objetivos que algunos juzgaron como imposible, fueron después las grandes realizaciones de quienes tuvieron el valor, la voluntad y la tenacidad para ser artífices de su propio destino.

Estamos convocando a una gesta que excede lo meramente partidario, porque el partido no es otra cosa que un instrumento, que un medio, al servicio de la Causa Superior que nos hermana. Estamos convocando al Despertar Argentino, a la gesta de poner en marcha una nueva etapa del Movimiento Nacional, único camino para alcanzar la liberación de nuestra amada Patria. Muchos de nosotros venimos de largos y duros años plagados de persecuciones, proscripciones y atropellos de todo tipo.

Pero las adversidades sólo lograron fortalecernos y ya demostramos que pudimos quebrar la estrategia proscriptiva del enemigo en ámbitos donde éste se creía invencible. Ahora, más que nunca, no hay que aflojar, los años venideros son claves y si persistimos, vamos a alcanzar finalmente el triunfo. Un triunfo sin cadenas, sin compromisos espúreos, un triunfo de hombres y mujeres libres.

No importa cómo los lenguaraces del sistema nos etiqueten, califiquen o descalifiquen, no importa que aún aquellos que dicen compartir algunos de nuestros postulados estén ganados por el pesimismo y la resignación. No estamos dispuestos a agachar la cabeza y seguir al rebaño. Es mejor vivir un día como león que toda una vida como cordero.

Nosotros somos el Nacionalismo Social en marcha, nosotros somos el Patriotismo Militante, nosotros somos los hombres y la mujeres de la Cuarta Posición, los pioneros de una nueva etapa del Movimiento Nacional. La palabra imposible no figura en nuestro diccionario, porque estamos convencidos que donde hay una Voluntad hay un camino.

¡Argentina Vencerá!

Alejandro Carlos Biondini
Presidente del Frente Patriota Federal en el Orden Nacional
Artículo publicado en el Periódico Bandera Nº 1 (Octubre 2015)